¿Cómo cambiar tubos fluorescentes por ledes?
Un poco de historia
Los tubos fluorescentes son tubos de vidrio que contienen en su interior varias sustancias químicas denominadas fósforos —aunque ninguna de ellas sea el elemento químico fósforo—, una pequeña cantidad de vapor de mercurio, un gas inerte y, en cada extremo, un filamento de tungsteno. Además, los tubos fluorescentes necesitan un cebador que produzca una chispa para elevar la temperatura en el interior y la reactancia para elevar la tensión en el encendido.
Dichos filamentos se calientan cuando reciben electricidad y emiten electrones. Los electrones se mueven desde el filamento negativo hasta al positivo, pasando a través del vapor de mercurio, y emiten radiación ultravioleta. Son las distintas sustancias químicas que lo recubren por dentro las que absorben la luz ultravioleta y, a cambio, emiten la luz visible que utilizamos para iluminar una estancia.
Se considera que el antecedente más antiguo de los tubos fluorescentes es el experimento llevado a cabo por Francis Hauksbee en 1707. Este consiguió generar luz azulada gracias al vapor de mercurio. Más de un siglo más tarde, Daniel McFarlane Moore comenzó a experimentar con tubos de descarga gaseosa y en 1894 desarrolló la lámpara Moore.
Peter Cooper Hewitt presentó en 1901 su prototipo de lámpara de vapor de mercurio, pero la luz que emitía era de color verde-azulado y resultaba imposible comercializarla para la iluminación práctica. Fue en 1926 cuando Edmund Germer, Friedrich Meyer y Hans Spanner pensaron en aumentar la presión del gas que se encontraba dentro del tubo y recubrirlo de un polvo fluorescente que absorviese la radiación ultravioleta y diese como resultado la luz blanca.
Así, los tubos fluorescentes que hoy conocemos se presentaron al mundo por primera vez en la Feria Mundial de New York en 1939. Desde entonces, su diseño y funcionamiento se han mantenido prácticamente intactos.
Siendo descubiertos a principios del siglo XX, los primeros ledes —fuentes de luz formadas por un material semiconductor— comenzaron a comercializarse a partir de la segunda mitad aproximadamente. Al principio se empleaban en equipos electrónicos y más tarde se hicieron muy conocidos como representaciones numéricas en forma de indicadores alfanuméricos de siete segmentos —ya sabes, esos «ochos» que muestran todos los números del uno hasta el 10 dependiendo de los segmentos que se iluminan—.
Finalmente, la tecnología led alcanzó el desarrollo tecnológico necesario para aplicarse a sistemas de iluminación ambiental y sustituir la luminaria fluorescente gracias a los tubos led.
¿Por qué deberías cambiar los tubos fluorescentes por ledes?
Existen una serie de razones por las que resulta muy conveniente cambiar los tubos fluorescentes por aquellos led. Las principales son:
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Los tubos led son mucho más eficientes energéticamente. A cambio de cada vatio, los ledes son capaces de emitir muchos más lúmenes —la medida utilizada para cuantificar el flujo de luz—. Esto quiere decir que a corto plazo el ahorro se hará notable en las facturas de la luz.
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Los ledes pueden emitir una luz de cualquier color, sin necesidad de filtros externos.
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Los ledes son capaces de encenderse mucho más rápido.
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Son perfectos para su aplicación a la tecnología basada en ciclos de encendido y apagado, como el conocido Lifi. Esto resultaría inviable en el caso de las bombillas fluorescentes o incandescentes.
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La luz de los tubos led irradian muy poco calor por lo cual no son capaces de dañar materiales u objetos delicados.
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La vida útil de los ledes es muy superior —entre 35.000 y 50.000 horas— a la de los tubos fluorescentes —entre 10.000 y 15.000 horas—, reflejándose una vez más en el ahorro económico a largo plazo.
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Los tubos fluorescentes son muchísimo más fáciles de dañar y romper por golpes que los ledes, más resistentes. Además, si se producen fugas, las sustancias que se encuentran dentro de los tubos fluorescentes son bastantes nocivas para nuestra salud y para el medioambiente.
La única desventaja notable a la hora de cambiar los tubos fluorescentes por ledes podría ser un coste inicial mayor pero, en la actualidad, las bombillas y tubos led han disminuido su precio casi hasta alcanzar aquel de las lámparas fluorescentes. Y aunque no fuese así, como ya hemos dicho anteriormente, la amortización es notable en las facturas de la luz.
El proceso paso a paso
A priori, cambiar tubos fluorescentes por ledes puede parecer engorroso, complicado e incluso con cierto peligro si no somos muy dados a la electrónica. Pero si somos cuidadosos y seguimos las indicaciones, podremos disfrutar de nuestro nuevo sistema de iluminación más eficiente y ecológico en pocas horas.
El primer paso, y uno de los más importantes para nuestra seguridad, es apagar el tubo fluorescente y asegurarnos de que no le llega corriente. A continuación, debemos cortar tanto el cable que está conectado a la reactancia como aquel que conecta con el cebador y retirar ambos elementos y el tubo fluorescente.
Una de las ventajas de los tubos led es que no necesitan elementos adicionales para su funcionamiento —como la reactancia y el cebador—. Los tubos led funcionan mediante conexión directa y podemos encontrar de dos tipos: aquellos que tienen una única conexión en uno de los lados y los que tienen una conexión en cada uno de los extremos del tubo.
Si el tubo led tiene una única conexión, debemos unir los dos cables —que antes se correspondían con la reactancia y el cebador— a cada una de las dos patillas metálicas de un mismo extremo. No te preocupes, el extremo correcto está indicado por una pegatina.
Si por el contrario el tubo led tiene dos conexiones, deberemos unir uno de los cables a un extremo y otro a las patillas metálicas del segundo extremo.
El último paso es encender la luz, comprobar que todo funciona correctamente y disfrutar de tu nueva luz eficiente y respetuosa con el medioambiente.
Como puedes ver, al cambiar los tubos fluorescentes por ledes, no solo ahorras en la factura de luz, también estás ayudando al planeta Tierra. Y todo esto de una forma sencilla y eficiente. No lo olvides, únete al desarrollo sostenible y a la eficiencia energética con este primer cambio en tus hábitos de consumo eléctrico.