El impacto negativo de la basura electrónica
Es cierto que en la mayoría de ocasiones para mejorarnos nuestro día a día, pero ¿has pensado alguna vez qué pasa con ese móvil que dejas de utilizar cuando te compras otro nuevo?
Todos esos aparatos electrónicos que algún momento dejas de utilizar y pasan a abultar las montañas en los vertederos se denomina basura electrónica.
¿Qué es la basura electrónica?
Según el Observatorio mundial de los residuos electrónicos 2017 desarrollado por La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) “se entiende por residuos o desechos electrónicos todos aquellos elementos de aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) o de sus componentes, que hayan sido desechados por sus propietarios como desperdicios sin ánimo de reutilizarlos. Los residuos electrónicos también se denominan RAEE (residuos de aparatos eléctricos y electrónicos), desechos electrónicos y ciberbasura”.
Pueden ser basura electrónica frigoríficos o cualquier aparato de refrigeración, pantallas, lámparas, pequeños y grandes electrodomésticos… En definitiva cualquier constituyente de un dispositivo eléctrico.
Este mismo informe nos deja unos datos alarmantes. En 2016 se generaron 44,7 millones de toneladas métricas de basura electrónica y tan sólo un 20% fue reciclado o recuperado de algún modo para ser reutilizado.
Pero es que lo que viene es aún peor. Se estima que en 2021 la cantidad de ciberbasura generada podría alcanzar los 52.2 millones de toneladas métricas.
El problema de estos residuos es que su tratamiento es costoso y mucho más complicado que el reciclado de cualquier otro producto por varias cuestiones. La principal es la toxicidad de los elementos que integran los dispositivos como puede ser plomo, cadmio, mercurio o plásticos que no pueden ser tratados.
El segundo inconveniente que dificulta el reciclaje de la ciberbasura es la cantidad de componentes de pequeño tamaño que los conforman, por lo que es bastante costoso desmontar aparato por aparato y extraer esas piezas minúsculas.
Al gestionarse este tipo de residuos como es debido sus elementos tóxicos y dañinos acaban en el medio contaminando suelos, aguas y todas aquellas zonas en las que puede acabar depositada la basura electrónica.
Una vez han llegado a la naturaleza y se han integrado contaminando las aguas, por ejemplo, es más probable que acaben perjudicando la salud de las personas desarrollando de forma indirecta distintas enfermedades y dolencias. Esta consecuencia es mucho más común en los países más desarrollados y capitalistas donde el consumo de dispositivos eléctricos es mucho mayor.
Consumo descontrolado de dispositivos electrónicos
El aumento de la basura electrónica viene potenciado por el consumo acelerado y descontrolado de la población. Motivado sobre todo por la idea de sustituir nuestros dispositivos a menudo cegados por la innovación tecnológica.
Seguro que alguna vez te has comprado un móvil nuevo movido por el deseo de hacerte con uno de última generación cuando ni siquiera se te había estropeado el anterior.
Es esta práctica de comprar equipos atraídos por la última tecnología es la causante de la generación de kilos y kilos de basura electrónica por persona.
Aunque a veces no son los propios consumidores sino la industria la que incita a consumir dispositivos eléctricos con mayor frecuencia. Es el caso de la obsolescencia programada.
Se trata de planificar el final de la vida útil de un producto de forma intencionada lo que obliga al consumidor a adquirir otro. La industria se encarga de calcular durante su creación el tiempo que el producto será óptimo para realizar sus funciones, programando, así, cuánto tardará en quedar inservible.
Esta práctica de lucro económico para las empresas supone un grave impacto en el medio al desechar con mayor rapidez los dispositivos eléctricos generando así basura electrónica.
Alternativas para reducir la basura electrónica
No podemos hacer nada con los millones de toneladas de basura electrónica generada en los años anteriores pero sí podemos procurar reducir estas elevadas cifras. ¿Cómo?
La solución para dejar de generar ciberbasura pasa por reducir nuestro consumo. Entendemos que no imaginamos nuestra vida personal ni laboral sin un ordenador o sin un teléfono móvil, pero ¿es necesario cambiarlo cada año? Piensa bien qué terminales compras para que te duren el máximo tiempo posible y no tengas la necesidad de sustituir tus equipos habitualmente.
Además de tener en cuenta el diseño, el precio o las prestaciones de los equipos que vamos a comprar, conviene fijarse en los componentes que los integran para que a la hora de dejarlos de utilizar se puedan reciclar sin problemas.
Utiliza los puntos de recogida de equipos electrónicos y no los deposites el contenedores convencionales.
En la actualidad no tienes excusas para no depositar en lugar destinado para la basura electrónica porque cada vez son más las empresas que ofrecen la recogida de esos dispositivos que ya no utilizas.