Cómo ahorrar energía y luz en verano sin gastar de más

Ahorrar energía en verano no es solo una cuestión económica: también es una forma de contribuir a un modelo energético más sostenible y responsable. En este artículo te ofrecemos consejos prácticos, trucos sencillos y medidas reales que puedes aplicar hoy mismo para reducir tu consumo sin perder confort.
Consejos prácticos para ahorrar luz en casa
Ahorrar electricidad durante el verano empieza por algo tan simple como observar y cuestionar nuestros hábitos de consumo. En muchos hogares, el uso de la energía en esta estación aumenta no por necesidad real, sino por costumbre o falta de planificación. La buena noticia es que hay muchas acciones sencillas que puedes poner en práctica hoy mismo para reducir tu factura de la luz sin renunciar al confort.
Ajusta el uso del aire acondicionado
El aire acondicionado es, sin duda, uno de los aparatos más utilizados durante el verano. Pero El aire acondicionado es uno de los grandes protagonistas del verano. Si se usa correctamente, puede ayudarte a mantener un ambiente fresco y agradable durante los días más calurosos. Pero también es uno de los aparatos que más energía consume, y por tanto, uno de los responsables principales del aumento en la factura eléctrica durante esta época del año.
Ahorrar sin renunciar al confort es posible. Solo necesitas aplicar estrategias sencillas que reduzcan la necesidad de encender el aire a máxima potencia o durante muchas horas seguidas. Aquí te contamos cómo conseguirlo.
Sácale partido a la ventilación natural
Antes de encender el aire acondicionado, aprovecha al máximo la ventilación natural. Una de las mejores formas de refrescar tu hogar sin consumir energía es abrir puertas y ventanas cuando la temperatura exterior es más baja —normalmente a primera hora de la mañana y al caer la noche—. Hazlo de forma estratégica: abre ventanas enfrentadas para favorecer una corriente de aire cruzada, que renueve y refresque los espacios. Si lo acompañas con ventiladores que ayuden a mover el aire, multiplicas el efecto de frescor sin encender aún ningún sistema de refrigeración.
Cierra persianas y cortinas en las horas de más calor
Un gesto tan sencillo como bajar las persianas o correr las cortinas en las horas centrales del día puede evitar que el sol caliente el interior de tu vivienda. Este aislamiento pasivo puede reducir la temperatura de las estancias entre 2 y 5 grados, lo cual marca la diferencia entre necesitar aire acondicionado o no. Si puedes, instala estores reflectantes, cortinas térmicas o toldos en balcones y terrazas. Todo lo que bloquea el sol antes de que entre en tu hogar te ayuda a reducir el uso del aire y ahorrar energía.
Usa ventiladores antes de encender el aire acondicionado
Los ventiladores de techo o portátiles consumen hasta 15 veces menos que un equipo de aire acondicionado. Aunque no enfrían el aire, generan una sensación térmica agradable al moverlo, ayudando al cuerpo a disipar el calor más fácilmente. Una estrategia muy eficaz es encender el ventilador junto con el aire acondicionado al principio, para distribuir el aire frío de forma uniforme, y luego apagar el aire dejando solo el ventilador. Así se mantiene el frescor más tiempo y se reduce el tiempo de funcionamiento del aire acondicionado. También es recomendable usar ventiladores solo en las habitaciones ocupadas. Recuerda: no enfríes espacios vacíos, enfría personas.
No bajes la temperatura más de lo necesario
La temperatura ideal para combinar confort y eficiencia está entre los 24 °C y los 26 °C. Cada grado que se baja por debajo de ese rango incrementa el consumo energético aproximadamente en un 7 %. Por ejemplo, poner el aire a 20 °C en lugar de 25 °C puede hacer que tu factura suba más de un 30 %. Además, mantener una diferencia razonable con respecto a la temperatura exterior —no más de 10-12 grados— ayuda a evitar choques térmicos perjudiciales para la salud.
Limpia los filtros con regularidad
Un equipo de aire acondicionado con filtros sucios pierde eficiencia. El polvo acumulado obstruye el paso del aire, obliga al motor a trabajar más y reduce su capacidad para enfriar. Esto se traduce en más consumo y peor rendimiento. Limpia los filtros al menos una vez al mes durante los meses de más uso, especialmente si hay mascotas en casa. Así garantizas un funcionamiento óptimo, mejoras la calidad del aire y prolongas la vida útil del aparato.
Usa temporizadores y programas inteligentes
Si tu equipo lo permite, utiliza temporizadores, el modo “eco” o funciones de programación horaria. Estos sistemas permiten ajustar el funcionamiento del aire acondicionado a tus horarios reales, evitando que se quede encendido más tiempo del necesario.
- Programa el encendido media hora antes de que llegues a casa.
- Usa el modo “sleep” por la noche para evitar que enfríe más de la cuenta mientras duermes.
- Desconéctalo automáticamente cuando no haya nadie en la estancia.
Estos ajustes automáticos no solo ahorran energía, también mejoran tu confort al evitar excesos o cambios bruscos de temperatura.
Asegúrate de cerrar puertas y ventanas
Parece básico, pero muchas veces se pasa por alto: si usas el aire, cierra bien todas las puertas y ventanas del espacio. Dejar una rendija abierta puede suponer una fuga constante de aire frío, lo que obliga al equipo a trabajar más de lo necesario. Esto se traduce en más consumo y menor eficacia. Si puedes, refuerza el aislamiento térmico con burletes en marcos de puertas o sellos en las ventanas. Esto ayuda a mantener el frescor por más tiempo sin necesidad de seguir enfriando.
Estos consejos, aunque parezcan simples, forman parte de una mentalidad más eficiente y consciente del uso de la energía. Con pequeños cambios en la rutina, puedes reducir tu consumo sin que el calor veraniego te quite comodidad ni calidad de vida. Además, si los combinas con medidas más avanzadas —como optimizar la tarifa eléctrica contratada o realizar mejoras en el aislamiento— el ahorro puede ser aún mayor. Si estás en el proceso de hacer tu hogar más eficiente, recuerda que formar parte de la transición energética no requiere grandes inversiones desde el primer día: empieza por lo básico, lo que está en tus manos, y sigue avanzando paso a paso.
Usar bien el aire acondicionado no es renunciar al confort, es ser inteligente
Muchas veces, el problema no es el aire acondicionado, sino cómo lo usamos. Tener un buen equipo, bien mantenido y gestionado con criterio, puede ayudarte a sobrellevar los días más calurosos sin que tu factura eléctrica se dispare. Además, si combinas su uso con otros hábitos eficientes —como cerrar persianas en las horas de más sol, ventilar estratégicamente y ajustar tus horarios— puedes mantener tu hogar fresco y agradable incluso en pleno verano.
Y si realmente quieres llevar tu eficiencia al siguiente nivel, asegúrate de que tu tarifa eléctrica sea la adecuada. Puedes hacer una comparativa de las tarifas de luz más baratas y comprobar si estás pagando de más sin darte cuenta. Un buen uso del aire acondicionado empieza por una buena tarifa, y en Acis Energía podemos ayudarte a encontrar la que mejor se adapta a ti.
¿Cuál es la mejor temperatura para ahorrar en verano?
Una de las dudas más comunes cuando llega el calor y comenzamos a usar el aire acondicionado es: ¿a qué temperatura lo pongo para estar cómodo, pero sin gastar de más? Y no es una pregunta menor. La temperatura que eliges marca una gran diferencia en tu consumo energético… y en tu factura.
El punto de equilibrio: 24 °C a 26 °C
Según los expertos en eficiencia energética, la temperatura ideal para el verano se sitúa entre los 24 °C y los 26 °C. Este rango permite mantener una sensación de confort térmico en la mayoría de las personas, sin que el aire acondicionado tenga que trabajar de más.
Puede parecer que bajar uno o dos grados no hace mucha diferencia, pero lo cierto es que cada grado que reduces por debajo de los 24 °C puede aumentar el consumo energético en torno a un 7 %. Así, si decides poner el aire a 21 °C en lugar de 25 °C, estarás forzando al equipo a consumir casi un 30 % más de energía para mantener esa temperatura.
No se trata solo de cuánto consumes, sino de cuánto necesitas realmente. Muchas veces, ese frescor extremo ni siquiera es necesario, y con una temperatura moderada y constante se puede disfrutar de un ambiente agradable en casa.
El cuerpo también se adapta
Es importante tener en cuenta que el cuerpo humano se adapta a la temperatura ambiente. Si enciendes el aire demasiado frío, el contraste con el exterior puede generar incomodidad e incluso problemas de salud: desde molestias respiratorias hasta contracturas musculares o dolores de cabeza.
Acostumbrarse a vivir con una temperatura ligeramente más alta pero estable es una estrategia que beneficia tanto tu salud como tu bolsillo. Además, ayuda a evitar los cambios drásticos de temperatura que se producen al entrar o salir de casa, o al pasar de una habitación climatizada a otra que no lo está.
La diferencia con el exterior: no más de 12 grados
Otro factor clave para mantener un consumo eficiente y saludable es controlar la diferencia entre la temperatura interior y la exterior. La recomendación general es que esa diferencia no supere los 10 a 12 grados. Es decir, si fuera hay 36 °C, lo ideal es que dentro de casa estés en torno a 25 °C o 26 °C, no más frío.
¿Por qué? Porque cuanto mayor sea la diferencia, más esfuerzo tendrá que hacer el aire acondicionado para mantener la temperatura. Eso significa más horas de funcionamiento, más consumo eléctrico y más desgaste para el equipo. Y además, el cuerpo sufre con esos contrastes bruscos: al salir de una casa muy fría al calor del exterior, se produce un "choque térmico" que puede alterar tu circulación, causar malestar e incluso agravar ciertas condiciones respiratorias.
Ahorro y confort van de la mano
En definitiva, la mejor temperatura para ahorrar en verano es aquella que te mantiene cómodo sin exigirle un sobreesfuerzo a tu sistema de climatización. Mantener el aire entre 24 °C y 26 °C, evitar contrastes extremos con el exterior y adaptar tu cuerpo a un entorno térmico razonable son claves que te ayudarán a reducir tu consumo y a mantener tu bienestar.
Y recuerda: el aire acondicionado no tiene que ser la única solución para mantenerte fresco. Si combinas este ajuste de temperatura con una buena ventilación natural, ventiladores, uso adecuado de persianas y cortinas, y un buen aislamiento, puedes maximizar el confort y minimizar el "gasto".
Optimiza el uso de la iluminación
Durante el verano, tenemos una ventaja natural muy importante: más horas de luz solar. Esto significa que podemos reducir considerablemente el uso de iluminación artificial si aprendemos a aprovechar la luz natural de forma inteligente. Además de ahorrar energía, optimizar el uso de la iluminación también ayuda a reducir la carga térmica en casa, ya que muchas fuentes de luz tradicionales emiten calor y elevan la temperatura ambiente. Por eso, la iluminación eficiente no solo baja tu factura, también mejora tu confort.
Aquí te dejamos algunas estrategias prácticas para sacarle el máximo partido a la luz en los meses de calor:
Aprovecha al máximo la luz natural
Una de las formas más efectivas de ahorrar en iluminación es simplemente dejar que entre la luz del sol. Aunque parezca obvio, no siempre lo hacemos correctamente. Algunas ideas para aprovechar mejor la luz natural son:
- Abre las persianas, cortinas o estores por la mañana y mantenlos abiertos durante todo el día en las zonas donde no incida el sol directamente. Así iluminas tu hogar sin encender una sola bombilla.
- Usa cortinas translúcidas en zonas con alta exposición solar. Estas permiten el paso de la luz sin que entre tanto calor.
- Limpia regularmente los cristales de las ventanas: el polvo o la suciedad pueden reducir la cantidad de luz que entra en casa.
- Reorganiza tu casa para que los espacios de trabajo, lectura o estudio estén cerca de las ventanas. Así podrás realizar tareas con luz natural durante la mayor parte del día.
Incluso una pequeña redistribución del mobiliario puede ayudarte a evitar encender lámparas innecesarias.
Sustituye bombillas por tecnología LED
Si todavía usas bombillas incandescentes o halógenas, estás consumiendo mucha más energía de la necesaria. Las bombillas LED de bajo consumo no solo gastan hasta un 80 % menos electricidad, sino que también generan mucho menos calor. Esto es especialmente importante en verano, cuando cada foco de calor contribuye a elevar la temperatura interior y te obliga a usar más el ventilador o el aire acondicionado.
Además, las bombillas LED duran entre 10 y 20 veces más que las bombillas tradicionales, lo que también supone un ahorro en reemplazos. Puedes encontrarlas en diferentes tonos de luz —cálida, neutra o fría—, con intensidades regulables, e incluso con sensores o sistemas de control remoto para adaptarlas a tus necesidades.
Apaga lo que no uses
Puede parecer una obviedad, pero es una de las acciones más olvidadas: apagar las luces cuando sales de una habitación. Muchas veces las dejamos encendidas por costumbre, por olvido o porque pensamos que es solo un momento. Pero si sumas esos "momentos" a lo largo del día y del verano, el consumo innecesario puede ser considerable.
Un buen hábito es hacer una revisión rápida cada vez que cambies de estancia. Y si quieres ir un paso más allá, instala sensores de presencia o temporizadores en zonas de paso o uso ocasional —pasillos, trasteros, baños— para que las luces se apaguen solas cuando no haya nadie. También puedes agrupar luces en regletas con interruptor para cortar el suministro a varias a la vez, o usar enchufes inteligentes que te permitan controlarlas desde el móvil.
Aprovecha las tardes al aire libre
Si tienes terraza, balcón o patio, el verano es el momento ideal para disfrutar del exterior. No solo es más saludable y agradable, sino que te permite reducir el uso de luz artificial dentro de casa. Aprovecha las últimas horas de sol para pasar tiempo fuera, cenar, leer o descansar, y deja las luces interiores apagadas hasta que sea realmente necesario. Para estos espacios, puedes usar iluminación solar, farolillos LED recargables o velas con batería para mantener la atmósfera sin necesidad de enchufar nada.
¿Es mejor apagar y encender la luz o dejarla encendida?
Esta es una de esas preguntas que muchas personas se hacen y que ha dado lugar a mitos y malentendidos. La duda habitual es si apagar una luz por un periodo corto de tiempo —como al salir de una habitación por unos minutos— genera un consumo mayor que dejarla encendida. La respuesta es clara y sencilla: siempre es mejor apagarla, incluso si vas a volver a encenderla en pocos minutos.
¿Por qué apagar es mejor?
Al encender una bombilla, es cierto que se produce un pequeño pico de consumo al activar el circuito. Sin embargo, este pico dura apenas una fracción de segundo y representa una cantidad mínima de energía, completamente insignificante si se compara con lo que consumiría esa misma bombilla al permanecer encendida durante más tiempo del necesario.
Por ejemplo: una bombilla LED de 10 W encendida durante 10 minutos consume 0,0017 kWh. El pico que se produce al encenderla puede ser apenas del orden de milisegundos y no llega ni al 0,001% de esa cifra. En resumen: no tiene sentido dejarla encendida por miedo a que "gaste más al encenderse".
Con LED y bajo consumo, más razones para apagar
Este consejo aplica especialmente en instalaciones modernas, donde la iluminación se basa en bombillas LED o de bajo consumo. Estos dispositivos están diseñados precisamente para soportar muchos ciclos de encendido y apagado sin afectar su vida útil ni su eficiencia.
Las bombillas LED pueden encenderse y apagarse decenas de miles de veces sin degradarse, lo que las hace ideales para zonas de paso, baños, pasillos o cualquier estancia donde solo se necesite luz durante instantes concretos. Además, a diferencia de las antiguas bombillas incandescentes o fluorescentes compactas, las LED alcanzan su brillo máximo de inmediato, sin necesidad de “calentarse”, por lo que no pierdes ni eficiencia ni confort al apagar y volver a encender.
¿Y si uso iluminación fluorescente?
En el caso de tubos fluorescentes tradicionales —no LED—, el razonamiento cambia ligeramente, ya que el pico de arranque sí es algo más alto y su vida útil sí puede verse afectada por encendidos muy frecuentes. Sin embargo, incluso en estos casos, la regla general es: Si vas a salir de la habitación por más de 3 a 5 minutos, apaga la luz.
Este es el umbral donde apagar empieza a compensar también en instalaciones más antiguas. En cualquier caso, lo ideal es modernizar la instalación y migrar a LED, que es más eficiente, duradero, seguro y apto para usos intensivos.
Apagar es también una cuestión de hábito
Más allá de la eficiencia técnica, apagar la luz cuando no la usas es un hábito clave en la cultura del ahorro energético. No se trata solo de reducir céntimos en la factura, sino de ser consciente del uso que hacemos de los recursos y adoptar una actitud responsable frente al consumo diario. Si en casa todos los miembros de la familia se acostumbran a apagar las luces al salir de una habitación, ese gesto, multiplicado por días, semanas y meses, se traduce en una reducción real del consumo eléctrico, especialmente en verano, cuando pasamos más tiempo en casa y los días se alargan.
Automatiza y gana eficiencia
Si te resulta difícil recordar apagar las luces o simplemente quieres asegurarte de no dejarlas encendidas por error, puedes instalar soluciones prácticas como:
- Sensores de movimiento o presencia, que apagan automáticamente cuando no hay nadie en la estancia.
- Temporizadores, especialmente útiles en baños, pasillos o garajes.
- Enchufes o bombillas inteligentes, que te permiten controlar el encendido y apagado desde el móvil o programarlos según horarios.
Estas soluciones son asequibles, fáciles de instalar y te ayudan a reducir consumos fantasmas sin esfuerzo.
Electrodomésticos que más consumen en verano
Algunos electrodomésticos incrementan su uso durante el verano y pueden convertirse en verdaderos devoradores de energía.
Estos son los más destacados:
- Aire acondicionado y ventiladores: ya lo mencionamos, son los protagonistas del consumo estacional.
- Frigorífico: al abrirlo con mayor frecuencia, pierde frío y consume más para recuperar la temperatura.
- Congelador: si lo cargas con muchos alimentos o lo abres repetidamente, su consumo puede dispararse.
- Lavadora y lavavajillas: con más tiempo en casa y más actividad social, estos aparatos trabajan más que en otras épocas.
- Termo eléctrico: si tienes este tipo de sistema para calentar el agua, es posible que su consumo también suba.
Conocer qué aparatos tiran más de la energía te ayuda a planificar mejor y establecer prioridades a la hora de aplicar medidas de ahorro.
Trucos y medidas para ahorrar energía en verano
Ahorrar energía no siempre implica hacer grandes inversiones. A veces, basta con aplicar pequeños cambios en tu rutina para notar la diferencia en la factura.
10 formas fáciles de reducir el consumo en casa
- Apaga los aparatos en stand-by: aunque no los estés usando, siguen consumiendo energía.
- Desenchufa los cargadores cuando no los necesites.
- Lava con agua fría siempre que sea posible.
- Cocina con tapa para conservar el calor y reducir el tiempo de cocción.
- Utiliza el microondas en lugar del horno, especialmente en verano.
- Seca la ropa al sol en lugar de usar la secadora.
- Instala regletas con interruptor para desconectar varios aparatos a la vez.
- Revisa el aislamiento de puertas y ventanas para mantener mejor la temperatura interior.
- Programa tus electrodomésticos en horas valle si tienes tarifa con discriminación horaria.
- Compara tarifas eléctricas para asegurarte de que estás pagando un precio justo por tu consumo. Aquí puedes ver una comparativa de las tarifas de luz más baratas y encontrar la que mejor se adapta a tus necesidades.
Cómo mantener el ahorro sin perder confort
Ahorrar energía no debería ser sinónimo de incomodidad. De hecho, la eficiencia energética consiste precisamente en usar la energía necesaria, ni más ni menos. Mantener el confort en casa durante el verano es posible si haces uso inteligente de los recursos disponibles.
La clave está en adoptar hábitos sostenibles: utilizar el aire acondicionado de forma responsable, optimizar el uso de electrodomésticos, aprovechar la luz natural y reducir el consumo silencioso de los aparatos en espera. Además, elegir una tarifa adecuada, revisar tu instalación y apostar por energías limpias te sitúa en el centro de la transición energética, un proceso colectivo que busca un modelo más justo, eficiente y respetuoso con el planeta.
Tu verano puede ser más fresco y eficiente
El calor del verano no tiene por qué traducirse en facturas elevadas ni en un impacto negativo en el medio ambiente. Con medidas sencillas y conscientes puedes mantener tu hogar cómodo y, al mismo tiempo, reducir tu consumo energético.
Desde Acis Energía te animamos a que pongas en práctica estos consejos y revises si tu tarifa actual se ajusta realmente a tus necesidades, para ello, puedes utilizar nuestro comparador de tarifas gratuito. Con las soluciones energéticas adecuadas y una actitud responsable, no solo ahorrarás dinero, también formarás parte activa de una transformación que beneficia a todos. ¿Estás listo para disfrutar de un verano más eficiente, sostenible y económico?